Un nuevo estudio internacional publicado en la revista Science ha demostrado que la contaminación lumínica prolonga de forma significativa la actividad diaria de las aves diurnas de todo el mundo. La investigación, basada en más de 60 millones de registros acústicos y 583 especies, revela que la exposición a la luz artificial nocturna puede extender su jornada hasta 50 minutos adicionales, modificando sus rutinas naturales de descanso, alimentación y reproducción.
Los resultados muestran que las aves afectadas comienzan su actividad vocal unos 18 minutos antes del amanecer y continúan alrededor de 32 minutos después del anochecer en zonas con niveles elevados de luz artificial. El fenómeno se intensifica en especies con ojos relativamente grandes, en aquellas que construyen nidos abiertos y en las aves migratorias, especialmente sensibles a los estímulos lumínicos durante sus desplazamientos.

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Aunque el estudio no determina aún si esta prolongación del periodo activo beneficia o perjudica a las aves, sí confirma que la iluminación artificial modifica comportamientos esenciales para su bienestar y supervivencia. Comprender estos efectos es clave para avanzar hacia modelos de ciudad que integren la biodiversidad como parte fundamental del entorno urbano.
Un reto urbano
La contaminación lumínica no solo afecta al cielo nocturno o al consumo energético. Cada vez más investigaciones científicas demuestran su impacto directo en los ecosistemas urbanos. Este estudio aporta una evidencia rotunda: gestionar la luz es gestionar la salud ambiental de la ciudad.
Reducir emisiones, cumplir normativas y ahorrar energía son objetivos esenciales. Pero a ellos se suma el nuevo reto de proteger la biodiversidad urbana y garantizar el descanso natural de sus habitantes, humanos y no humanos.
Respetar el ritmo de la vida
La ciencia confirma lo que muchos municipios ya sospechaban: la luz es un elemento vivo en la ciudad. Mal gestionada, distorsiona los ciclos naturales. Bien gobernada, genera bienestar, ahorra energía y mejora la calidad del entorno.
El hallazgo de este estudio es una invitación directa a replantear cómo iluminamos nuestras calles. En CityGest trabajamos para que cada ayuntamiento disponga de las herramientas necesarias para hacerlo de manera responsable, eficiente y alineada con el equilibrio entre personas, ciudad y naturaleza.