¿Cómo se mide la contaminación lumínica?

Métodos, tecnologías y criterios objetivos para evaluar su impacto urbano

La contaminación lumínica se ha convertido en una preocupación creciente para responsables municipales, técnicos de alumbrado y entidades que trabajan por la sostenibilidad urbana. Más allá de las percepciones o quejas ciudadanas, medir de forma objetiva esta alteración del entorno nocturno es esencial para tomar decisiones informadas, cumplir con la normativa vigente y diseñar espacios más eficientes, seguros y saludables.

Aunque el término “contaminación lumínica” se utiliza habitualmente de forma genérica, engloba fenómenos distintos que deben abordarse con herramientas específicas. La luz intrusiva que penetra en viviendas o zonas naturales protegidas, el brillo del cielo que impide la observación astronómica, el deslumbramiento que provoca incomodidad visual o la sobreiluminación de ciertas áreas urbanas son manifestaciones diferentes de un mismo problema, y todas pueden ser medidas con criterios técnicos.

El método más básico para abordar esta medición es el uso de fotómetros, que registran la iluminancia (en lux) en puntos concretos de la vía pública. Son útiles para evaluar niveles lumínicos y detectar tanto zonas con exceso de luz como aquellas que presentan niveles insuficientes. Para analizar con mayor precisión el deslumbramiento o la luz proyectada sobre fachadas y ventanas, se emplean luminancímetros y cámaras calibradas que permiten medir la luminancia (candelas por metro cuadrado) en una dirección determinada.

Las imágenes satelitales, especialmente las obtenidas por el sensor VIIRS (Visible Infrared Imaging Radiometer Suite), aportan una visión más global del problema. Aunque este tipo de datos tiene limitaciones —como su menor sensibilidad a tonalidades cálidas o su resolución limitada en entornos urbanos complejos—, permiten observar la evolución del brillo del cielo nocturno a lo largo del tiempo y comparar entre municipios o regiones. 

Para un municipio que quiera abordar esta cuestión con seriedad, resulta esencial establecer primero una línea base mediante mediciones rigurosas

Complementariamente, los espectrorradiómetros permiten analizar la distribución espectral de la luz emitida por una fuente, lo que resulta especialmente útil cuando se quieren estudiar los efectos de ciertas longitudes de onda, como la luz azul, sobre la salud humana o la biodiversidad.

En los últimos años, también se han desarrollado iniciativas que promueven la medición participativa de la contaminación lumínica. Proyectos como Loss of the Night o STARS4ALL han demostrado que es posible implicar a la ciudadanía en la recogida de datos mediante sensores de bajo coste o aplicaciones móviles. Aunque estos métodos no sustituyen a los sistemas profesionales, sí contribuyen a generar conciencia pública y ampliar la cobertura de mediciones.

Mediciones rigurosas

Para un municipio que quiera abordar esta cuestión con seriedad, resulta esencial establecer primero una línea base mediante mediciones rigurosas. Contar con técnicos especializados, integrar distintas fuentes de información (mediciones en campo, datos satelitales, análisis espectrales) y utilizar los resultados para fundamentar políticas públicas o justificar inversiones es parte de un proceso que va mucho más allá del cumplimiento normativo: tiene que ver con el modelo de ciudad que se quiere construir.

Desde CityGest, integramos esta filosofía en nuestros proyectos. Utilizamos datos satelitales calibrados, dispositivos homologados y herramientas de análisis específicas para detectar los focos de mayor contaminación lumínica, interpretar los datos y proponer planes de mejora. Porque, como suele decirse, lo que no se mide no se puede mejorar. Y lo que no mejora, siempre empeora.

Prevenir el deslumbramiento por incomodidad en entornos urbanos nocturnos